¿LOS CATÓLICOS ADORAMOS LAS IMÁGENES?

 


¿Los Católicos adoramos las imágenes?

Una pobre mujer de la farándula KATY JARA ha afirmado que los Católicos adoran imágenes.

Hay quienes afirman que la Biblia prohíbe adorar imágenes. Incluso, hay religiones como la de los Testigos de Jehová que son muy estrictas al respecto. Pero, ¿qué tan cierto es esto dentro del catolicismo?

Esta inquietud nos lleva a querer saber si a Dios le disgusta que utilicemos imágenes para practicar nuestra devoción. Por ello, debemos resolver esta pregunta analizándola bien y conociendo lo que dice la Palabra de Dios al respecto.

Para responder nuestras dudas debemos ir al siguiente versículo:

“No te harás escultura ni imagen alguna de lo que hay arriba en los cielos, abajo en la tierra o en las aguas debajo de la tierra. No te postrarás ante ellas ni les darás culto, porque yo, Yahvé, tu Dios, soy un Dios celoso…” (Éxodo 20, 4- 5).

La11 respuesta basada en el versículo de arriba es clara y contundente: Dios prohíbe tajantemente adorar imágenes. Pero el problema no está en forjar imágenes, sino en “postrarse ante ellas”. Es decir, en adorarlas.

La razón es sencilla: sólo a Dios se le adora. Sólo Él es digno de que el ser humano se postre y le rinda su vida. Adorar seres inanimados (como imágenes) es el pecado de la idolatría en su forma más primitiva.

Utilizar imágenes no es lo mismo que adorarlas como a Dios

Para los católicos, el uso de imágenes como estatuas no es un problema siempre y cuando se tengan claras algunas cosas.

La primera de ellas es que la imagen (ya sea una estampa, figurilla u otro objeto) es sólo eso: una imagen que representa a Dios, a la Virgen, a algún santo, etc. Esa imagen NO es Dios, ni la Virgen, ni un santo. Un ejemplo muy sencillo nos puede ayudar a comprender esto. Digamos que traigo en mi cartera la foto de mi madre.

Nunca pensaría que traigo a mi madre en la cartera. Pero cuando saco su foto y la miro y la beso y platico con ella, en el fondo sé muy bien que estoy “mirando, besando y hablando” con mi madre que está en el seno de Dios.

Lo mismo pasa con la imagen del Sagrado Corazón que tengo en mi capilla. Cuando me pongo de rodillas ante la figura, soy consciente de que me estoy postrando ante el Señor Jesús Resucitado.

Sólo a Él adoro y no a la imagen. Dicha imagen sólo es un medio, un vehículo que me ayuda a dirigirme a Dios.

Entonces, ¿por qué usamos imágenes al rezar?

Somos seres con cuerpo, no espíritus puros. Por lo tanto, necesitamos cosas materiales que representen o simbolicen lo divino y nos acerquen a él.

Por eso, Dios nos toca con diferentes materias en sus Sacramentos: el agua y el aceite del bautismo, las manos del Obispo sobre la cabeza y las manos del ordenando, las palabras de los contrayentes ante el altar y la comunidad, el pan y el vino transformados en cuerpo y sangre del Señor, etc.

Debemos tener bien claro que la adoración es exclusiva para Dios. Es por eso que a nuestra Madre María se le venera en grado sumo (hiperdulía) y a los santos sólo se les venera (dulía).

Los objetos que utilizamos para encomendarnos a Ellos pueden ser consagrados o bendecidos. De esta forma, serán vehículos eficaces que nos recuerden y nos conecten con lo divino. Recuerda este antiguo refrán: “no confundas la Luna con el dedo que apunta hacia ella”.

Este texto fue escrito por Jorge Arévalo Nájera y analizado y complementado y publicado por el P. Eberth Carranza.

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